viernes, 22 de noviembre de 2013

España: Demolición de arquitectura efímera

    
    Las exposiciones universales son acontecimientos que han perdido gran parte de su sentido en los tiempos que vivimos en los que las novedades de la técnica y la ciencia se extienden por el planeta casi instantáneamente. Básicamente se han convertido en una especie de parques de atracciones tecnológicos para la promoción turística de alguna ciudad en las que se instalan esos pabellones tan futuristas por los que durante unos meses se pasea el personal tanto aborigen como forastero para gran regocijo de los promotores del evento que se embolsan sustanciosas ganancias que salen básicamente del dinero público.
 
    Pero las construcciones vistosas con diseños posmodernos de las EXPO no están hechas para durar. No son ni pirámides de Egipto, ni ingeniería romana, ni catedrales medievales. En pocos años el abandono y el clima consiguen que solo queden descampados, solares, herrumbre, plásticos desperdigados, estructuras desmoronadas… Lo que parecía tan real era cartón piedra.
 
    No deja de ser significativo que en España haya sido la sede de dos Exposiciones universales en los últimos tiempos pese a ser eventos carentes de un sentido lógico. Pero todo tiene su explicación.
 
Esta historia comienza hace 38 años cuando un general asesino y genocida llamado Franco termina con sus huesos bajo el granito de Cuelgamuros. A los dos días el heredero del general y de la nefasta dinastía de los Borbones es coronado, aclamado por las cortes franquistas, jura lealtad (si, “lealtad”) a los principios del glorioso Movimiento y los españoles entramos en la Expo denominada “Transición Española”.
 
    Los organizadores de la anterior expo “Dictadura” buscan nuevos socios para hacer algo más presentable que aquello del general bajito, los yugos y las flechas para contentar al público europeo y norteamericano que deseaba alguna novedad. Al reclamo acuden muchos de los excluidos en el anterior evento que abrazan la bandera de la “gallina” con fervor y dejan por el camino aquellas desteñidas tricolores con ese morado pasado de moda mientras olvidaban que en aquel solar estaban enterrados miles de luchadores por la democracia, pero aquello era reabrir heridas. Todos felices y contentos se apresuran visitar el pabellón Monarquía siendo recibidos por el coronado Juan Carlos, cual héroe mitológico que todo lo concede a su pueblo desde su natural campechanía.
 
    En 1978 se dota a todo el circo de un guión llamado Constitución, pieza literaria que obtiene éxito inmediato aunque se deja claro que aquello se mira pero no se toca y que las exigencias del guión pueden cambiar en cualquier momento. En 1981 se estrena una opereta llamada 23F para revitalizar el carisma del Borbón que desde entonces puede dedicarse a labores más satisfactorias para su disfrute personal y familiar.
 
    Los pabellones Comunidades Autónomas reciben división de opiniones ya que su aire de pastiche no termina de convencer pero todo regado de dinerito fresco parece engrasar el mecanismo y aquí paz y después gloria.
 
    El modesto pabellón Estado del bienestar y su gemelo Derechos sociales eran ampliados de vez en cuando pero sin poner mucho empeño en que permanezcan. En el pabellón educación se han instalado unos señores con sotana que cada vez ocupan más sitio. Y en el de sanidad las camas y el personal no terminan de dar abasto con tanto público que demanda su atención. En el caso de la Dependencia es un simple hinchable que se puede desinflar con facilidad. Así sucede con Medio Ambiente, Igualdad de Género, Investigación y Desarrollo y otros muchos.
 
    Aquellos aclamados pabellones de los Derechos Fundamentales y Libertades Públicas en los primeros tiempos van perdiendo el favor del público por que los organizadores prefieren que la gente acuda a fútbol, programas del corazón, botellón, festejos…Y para allí que se va la mayoría.
 
    ¿Y la Democracia? Era lo más deseado, qué colas se formaban cada cuatro años para poder elegir entre los partidos turnantes, las urnas, las encuestas, la “fiesta de la Democracia”. Pero la gente se ha ido aburriendo. Con la ley electoral ya no hay emoción.
 
    Pero…como decíamos la arquitectura efímera es eso, efímera. No está pensada para durar. Se deteriora con facilidad y es desmontable. Los organizadores de esta expo piensan que su negocio no produce lo suficiente y que hay que cambiar el tamaño y la disposición de los pabellones subiendo los precios de acceso. Los pabellones Sanidad Pública y Pensiones Públicas están siendo demolidos a toda prisa mientras al fondo relucen otros llamados sanidad privada y fondos de pensiones cuya entrada cuesta una barbaridad. Casi nadie puede entrar allí. De los pabellones derecho al trabajo y derecho a la vivienda no deja de salir gente que no sabe a donde ir. El sistema financiero tan vistoso es un garito de apuestas poco recomendable donde muchos han sido desplumados por señores con corbatas rojas.
 
    La otrora simpática monarquía (¡guapos!) que no daba ningún escándalo (no como esos ingleses) y era tan austera (la más barata de Europa) se hunde en el desprestigio de Corinas, elefantes, yernos y demás animales de compañía con un tufo a corrupción que tira para atrás. Desde el pabellón justicia (también decrépito) tratan de echar ambientador pero sin mucho éxito.
 
    Y así llegamos a esta semana en la que se aprueba la LOMCE que mutila la Educación pública (educación para ricos y los demás mano de obra baratita) y da mayor papel a los de las sotanas, se perfila una regresión en la libertad de expresión y el derecho de reunión a través de la Ley de “seguridad ciudadana” y ya se nos anuncia la desaparición del derecho de huelga con una regulación torticera de los servicios mínimos. La expo se cae a pedazos y los ciudadanos hacen lo que pueden para ponerse a cubierto y encontrar acomodo entre sus ruinas preguntándose qué ha pasado.
Pues ha pasado lo que estaba previsto en el guión de los que siempre han manejado el poder. Lo que parecía una sólida democracia occidental con su parlamento, su separación poderes, sus derechos sociales y su Constitución es una mentira desde el principio y por eso es tan fácil acabar con todo en cuestión de meses. No puede hablarse de una Constitución si en vez de un poder constituyente lo que hubo fue una componenda de las elites perpetuada a través de los años. El Partido Popular gobierna al dictado de los grandes empresarios y financieros tanto españoles como extranjeros y en contra del pueblo que se supone que le ha elegido porque así estaba y está planificado. Y la otra herramienta del sistema llamada PSOE ha hecho y hará lo mismo cuando tenga oportunidad porque para eso existe. Los españoles han de darse cuenta de la ficción en la que han vivido y escribir de una vez su propia historia.
 
    Hemos vivido pensando que la democracia nos la han otorgado unos hombres providenciales que no son mas que desalmados negociantes que juegan con las vidas y las ilusiones de los que estamos y de los que vendrán, no sirve de nada pedirles, gritarles, suplicarles…Una llamada desde ciertos despachos siempre será más influyente para ellos. Por eso aunque la protesta social sea necesaria, esta ha de articular un objetivo político que se conseguirá con mucho esfuerzo pero que ha de merecer la pena, la auténtica democracia: LA TERCERA REPUBLICA ESPAÑOLA.
 
    No mas engaños, ni cartón piedra, ni trampantojos. Tenemos que construir con nuestras propias manos, con nuestro compromiso y esfuerzo una construcción sólida con buenos cimientos y materiales de calidad, luminosa y ventilada, que acoja a todos y todas sin cobrar entradas. Nos costará muchísimo y seguro que habrá errores y puntos de desacuerdo pero nos lo debemos por nosotros mismos y por los que en 1931 soñaron con lo mismo y no le dejaron más que plantar unos pocos cimientos pero muy prometedores. Cuando levantemos la República no deberemos favores, ni pleitesías, no seremos esclavos ni súbditos, solo ciudadanos y ciudadanas, nada más y nada menos. Nos lo habremos ganado, nos lo habremos merecido.
 
    Somos ALTERNATIVA REPUBLICANA y nuestras siglas, ALTER, en latín significan lo otro, otra cosa. Esa otra cosa que nunca puede ser efímera sino duradera tiene tres colores: Rojo, amarillo y morado. Trabajamos con modestia y con honradez por ello y no renunciaremos a alcanzar nuestro objetivo.
 
    ¡Abajo el régimen!
 
    ¡VIVA LA REPÚBLICA!
 
Ramón García Hernández.
Secretario de Comunicación ALTER.

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