Cazalla de la Sierra, en pleno corazón de la Sierra Norte de Sevilla,
celebrará el viernes el entierro de los restos de las 109 personas
exhumadas de la fosa común descubierta en el cementerio municipal. Todos los cadáveres serán inhumados de nuevo en un mausoleo construido a tal efecto en el cementerio, según informa el Consistorio.
Según informa en un comunicado el Ayuntamiento de Cazalla de la
Sierra, el próximo 6 de diciembre
será inaugurado en el cementerio municipal el mausoleo construido para
acoger los restos de las 109 personas cuyos cadáveres fueron rescatados
de una fosa asociada a las represalias perpetradas en el marco de la
Guerra Civil. La excavación de esta fosa común deriva de un
proyecto promovido por la Asociación Andaluza Memoria Histórica y
Justicia a través de un convenio de colaboración con el Ayuntamiento y
la Universidad Pablo de Olavide (UPO).
El equipo de arqueólogos que realizó la exhumación, pertenecientes a
la empresa ‘Arquatro’, presentará además el informe definitivo de las
actuaciones realizadas en las dos fases de exhumación que dieron como
resultado la extracción de 109 cadáveres correspondientes a personas
asesinadas durante los meses siguientes al golpe militar de 18 de julio
de 1936 y durante el franquismo.
El proyecto nació en 2004 a petición del hijo del que fuera jefe de
la estación de Renfe de Cazalla de la Sierra, Pedro Doctor Arruga, y de
varios familiares de la Corporación Republicana de Alanís, con su
alcalde a la cabeza, José García Galindo, y el teniente de alcalde
Manuel García Espínola, así como de los nietos de un matrimonio formado
por José Campos, un jornalero apodado “El Pepino”, y su esposa, Antonia
González. Todos ellos habrían sido fusilados entre septiembre y
octubre de 1936 en Cazalla de la Sierra y enterrados en la fosa común
del cementerio municipal de esa localidad.
En palabras de Elena Vera, la responsable del equipo arqueológico, “los cuerpos presentaban evidencias de muerte violenta”,
como son los enterramientos colectivos, la superposición de unos con
otros, la distorsión del esqueleto, los daños esqueléticos perimortem
(justo en el momento de la muerte: fractura por golpes, fracturas por
impacto de proyectiles, etc.), la evidencia clara con la presencia de
proyectiles alojados en la zona dorsal de algunos cuerpos y la
existencia de objetos personales (monedas, gafas, mecheros, lápices,
restos de tejidos, etc).
Fuente: Europa press
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