La reciente ola de brutales privatizaciones en el sistema sanitario
que ha aprobado el PP de la Comunidad autónoma de Madrid no tiene
ninguna consistencia económica y responde meramente a intereses más o
menos oscuros de convertir la salud en un negocio. Y precisamente, la
salud no es negociable, y máxime cuando nuestro sistema sanitario es
perfectamente sostenible y sumamente eficiente.
Así, no sólo hay que recordar que tenemos el séptimo mejor sistema sanitario del mundo según un informe de la Organización Mundial de la Salud, muy por delante en el ranking de la posición que ocupan Alemania o Estados Unidos.
Tenemos también que recordar que el nuestro es uno de los más baratos
del mundo desarrollado, y que las cifras cantan. Así, España sólo
invierte en salud el 9,7 % del PIB, muchos menos que Francia, con el
11,8 %, Alemania o Estados Unidos, con el 17, 4%. De hecho, el sistema público de
salud le cuesta a cada español 1.500 euros al año, cuando a cada
francés le cuesta 2.500 o a cada alemán 2.600 euros. Y por otro lado,
según datos del Informe 2010 del Banco Mundial, con información de la
OMS, Estados Unidos gasta anualmente, con un sistema en su mayor parte
privatizado, 8.362 euros en salud por habitante, y sus habitantes tienen
una esperanza de vida de 81 años. Alemania, por su parte, gasta al año
en sanidad 4.668 euros por habitante, y la esperanza de vida de sus
ciudadanos es de 80 años. Y España gasta sólo 2.883 euros al año en
sanidad por habitante y la esperanza de vida es de 82 años. Éste es otro
indicador de la tremenda eficiencia de nuestro sistema sanitario, un
sistema sanitario público y universal, que a diferencia de Estados
Unidos cubre a toda la población, y que se ha convertido en objeto de
estudio en todo el mundo en cuanto a eficiencia y calidad.
Esta es la realidad. Por eso, lo que está sucediendo responde
meramente a una cuestión ideológica y de negocio de la más extrema de
las Derechas, que ha visto en la crisis económica la oportunidad de
acabar con la Joya de la Corona, y de entregársela a unas compañías que
lógicamente buscarán la rentabilidad económica a cualquier precio.
¿Estamos, estaremos los españoles dispuestos a que ese precio sea
nuestra salud? Yo creo que no. De ahí la tremenda importancia de
derrotar los planes de la Comunidad de Madrid. Si la Comunidad de Madrid gana definitivamente la batalla, perdemos todos.
Artículo de Miguel Ángel Cerdán
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