Intentar
que comprendas el estricto sentido que encierra este documento, es lo más
difícil a lo que me he enfrentado en mi larga vida de militancia política. No
obstante, lo voy hacer, porque estoy obligado por la historia, los acontecimientos
pretéritos y presentes y, mi compromiso, con la política republicana. Con la República. Y, lo más
importante: porque la Nación
española lo necesita.
Desde
hace años y, hasta fecha reciente, se ha podido constatar: no han sido
pocos los días, en los que no haya saltado a la palestra un nuevo gladiador
republicano (en solitario o, poco acompañado) para intentar abatir a la misma
fiera que, otros gladiadores solitarios e, igualmente republicanos, pretendían
abatir. Sin que en ningún caso hayan sabido entender que, la fiera a la que
intentan enfrentarse era tan poderosa, que no la iban a poder doblegar,
solamente, haciéndole cosquillas. Gladiadores que no se han querido enterar, en
tanto que políticos avezados que se supone deberían ser, de que para luchar y,
vencer en política, antes de empezar el combate, se debe pensar muy y, mucho:
en la correlación de fuerzas.
En la mayoría de casos, ésta tendencia a la atomización, no ha sido más que un drama impulsado por la inoperancia, la falta de credibilidad y, el desprestigio político y moral de muchos dirigentes de Partidos políticos que deberían haber sido ejemplo de la decencia y, el referente, del republicanismo democrático español.
Por todo
ello y, hasta ahora, ha sido imposible la unión entre republicanos. Me refiero
a la unión entre republicanos que no les separan las ideas. A
republicanos que están desunidos, no por sus ideas, sino por culpa de las
siglas a las que pretenden defender. Siglas que sólo encierran en sí mismas, el
interés particular de unos estultos. Sin ambages: IR, UR y ARDE.
La
intención que quiero transmitir en éste documento no tiene por
objeto hacer historia, pero, sin embargo, quiero
recordar en él, algunos hechos que puedan refrescar la memoria de algunos y,
que con ello, sea más factible la unión entre republicanos.
Ni la Izquierda Republicana
contemporánea (IR), ni la
Unión Republicana actual (UR) son los Partidos históricos que
dieron forma y prestigio internacional al acervo republicano español; al
genuino republicanismo español. No son los Partidos políticos que fundaran Don
Manuel Azaña Díaz y Don Diego Martínez Barrio. Aquellos Partidos se disolvieron
en 1959. Los de ahora se fundaron a mitad de los años 70 del siglo XX, Lo que
ahora son, es otra cosa, cosa que es mejor no mencionar, porque todavía militan
en ellos, aunque minoritariamente, lo más granado y honrado del republicanismo
español.
Tampoco
ARDE es aquel Partido, aquella unión de Partidos republicanos UR-IR que
fundaran, entre otros, Don Carlos Esplá, Don Claudio Sánchez-Albornoz, Don
Fernando Valera o, Don José Maldonado. No es aquello. Ahora, es también otra
cosa. Es un potencial político monumental secuestrado y, hundido, por un
grupúsculo de políticos (muy pocos), que no permite que salga a la luz. Que no
quieren que ejerza su labor cómo Partido político, porque, si lo hiciese,
muchos de los que están viviendo hoy a costa del nombre de la República y, de la
mamandurria monárquica, se les acabaría el momio.
Por
esto, ha sido y es, un garrafal desacierto político, el querer continuar
creando nuevas entidades políticas republicanas, sabiendo que existe una, en la
que, si lo pretendemos, nos podríamos unir todos los republicanos que no nos
separan las ideas.
Conquistemos
ARDE hagamos de éste Partido, la fuerza política que pueda vencer a la Monarquía. Unámonos
todos: simpatizantes y militantes de UR e IR bajo ese potencial político
monumental llamado ARDE. Pongamos al grupúsculo que lo mantiene sin vida, en el
lugar que le corresponde. Fuera de la política Republicana.
HABLEMOS
POR FAVOR. SI NO VAMOS TODOS UNIDOS SABIENDO HACIA DONDE QUEREMOS IR Y, PARA
QUÉ QUEREMOS LLEGAR, ESTO SE VA AL GARETE.
¡VIVA LA REPÚBLICA!
Eduardo
Calvo (Noviembre 2012)
En memoria de mi maestro, que falleció sin ver que la unión era posible y se llama Alternativa Republicana.
Que la tierra te sea leve, Eduardo.
Rafa Luna
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