MANIFIESTO-DECLARACIÓN DE 2014
En este “día internacional del laicismo y de la libertad de conciencia”
de 2014, denunciamos la vulneración que en todo el mundo se hace del
derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y expresión, fruto en
muchos casos de la enorme influencia que las confesiones religiosas
mantienen hacia los gobiernos, de forma muy diversa, marcando las
políticas económicas, educativas, jurídicas, etc., en mayor o menor
grado. Incluso, en pleno siglo XXI, hay Estados teocráticos y
confesionales, en donde el dogma religioso es a su vez la ley civil y en
donde el crimen contra la libertad de conciencia y todo tipo de
derechos de ciudadanía, quebrantan el Estado de Derecho con toda
impunidad.
Queremos reflexionar, compartir un sueño,
una utopía universal, un proyecto político y jurídico, en donde la
laicidad de las instituciones y la libertad de conciencia inunden todos
los pueblos de la Tierra, con un total respeto hacia todo tipo de
convicciones, en el marco de los principios democráticos, de justicia,
de igualdad y de no discriminación, que proclama la Declaración
Universal de los Derechos Humanos
El Laicismo es sinónimo de Democracia y supone una apuesta por lo público, por la “res pública”,
marco común de derechos y deberes ciudadanos, donde se dote de forma
universal y sin exclusiones, de los servicios necesarios para una vida
digna para todas las personas (educación, sanidad, asistencia social,
vivienda, justicia...).
En este año 2014.
Expresamente condenamos la impunidad
con la que el Estado español trata a las víctimas de los crímenes
internacionales o de lesa humanidad cometidos a partir del “golpe de
estado” fascista y nacional-católico que derivó en la guerra y la
dictadura. Hechos que también significan una atrocidad contra la
libertad de conciencia, de pensamiento y expresión, y cuyos autores han
vivido y aún viven en la más absoluta impunidad. Las recomendaciones de
la ONU al Estado español, los exhortos de los tribunales de Ginebra,
Estrasburgo y Buenos Aires, así como el pronunciamiento de numerosas
entidades defensoras de los derechos humanos, insisten en la necesidad
del reconocimiento político y jurídico de las víctimas del franquismo, y
por tanto como sujetos de derechos, de manera que se permita juzgar
dichos crímenes en el propio Estado español estableciendo los principios
de Verdad, Justicia, Reparación (y no repetición), que aún se les debe. La creación de una Comisión oficial de la Verdad,
con carácter y eficacia institucional, debe ser un instrumento para
acabar con la justificación histórica y política de la barbarie.
Además y en la línea manifestada en años anteriores
Queremos reconquistar
la idea originaria de la política, como forma de organización colectiva
de nuestra sociedad, recuperando la soberanía, hoy arrebatada por los
poderes económicos, financieros, religiosos o políticos. Una soberanía
ciudadana que nos permita la toma de decisiones libre y
responsablemente.
Deseamos que
las personas decidan sus normas colectivas, sin las imposiciones
morales de cualquier doctrina religiosa o ideológica de cualquier
naturaleza.
Aspiramos a
un modelo de Escuela y Universidad Públicas y Laicas, donde el
conocimiento se construya desde la racionalidad, desde los métodos
científicos y la filosofía humanista, no desde las creencias, que ya
cuentan con sus propios lugares de culto: iglesias, templos, mezquitas,
sinagogas...
Queremos,
una efectiva orientación y formación afectivo-sexual para todas las
personas y la libre decisión de las mujeres a la interrupción voluntaria
del embarazo. Y como defensores de una vida digna, también queremos una muerte digna, mediante el derecho a la eutanasia.
Exigimos un
ámbito público institucional libre de simbologías particulares. Que los
rituales civiles, con motivo de acontecimientos importantes, puedan
tener su expresión neutral, con independencia de las ceremonias
religiosas o de otra naturaleza ideológica, de quienes compartan una
creencia particular. En esta línea reclamamos que los
responsables políticos, en función de su responsabilidad pública, no
utilicen símbolos religiosos, para prometer sus cargos, ni participen,
de forma oficial, en acontecimientos de carácter religioso.
Pretendemos la
neutralidad del Estado (de los Estados) en materia de convicciones.
Para lo que debe eliminarse todo tipo de identificación, real o
aparente, de éste, con cualquier convicción particular y, por lo tanto,
debe suprimirse cualquier privilegio económico, tributario, jurídico,
simbólico, etc. de las confesiones religiosas. Reclamamos, por tanto, una clara separación entre las religiones y los Estados. De ahí que Apostemos por una lucha permanente por la construcción de Estados verdaderamente laicos.
Queremos un
espacio común y público de solidaridad, justicia social y compromiso,
frente a la voracidad privatizadora del capitalismo depredador y frente a
todas formas de beneficencia y de caridad.
Reclamamos iniciativas
transformadoras que busquen la completa emancipación de la persona y la
implantación -real- de los principios republicanos de libertad,
fraternidad, igualdad y solidaridad, así como el ejercicio efectivo de
todos los Derechos Humanos.
Estamos en deuda con quienes han
luchado por un mundo más habitable, pacífico, libre y han construido
discursos cada vez más creíbles y necesarios, en los que se ha dado
cabida a la diversidad humana en sus multiplicidad de convicciones.
Nuestro desafío consiste en
extender el COMPROMISO con el LAICISMO, o lo que es lo mismo, con la
Democracia Participativa, con los Derechos Cívicos y con las libertades,
a personas, instituciones y organizaciones.
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