domingo, 20 de septiembre de 2015

Hispalenses Ilustres - Otto Engelhardt el alemán que trajo la luz a Sevilla

Otto Engelhardt nació en Braunschweig (Brunswick), ciudad de la Baja Sajonia, el 7 de agosto de 1866. Fue fusilado en septiembre de 1936, cuando contaba con 70 años y estaba enfermo. El 19 de agosto de 1936 ingresó en el Hospital de las Cinco Llagas, en la sala San Cosme, cama número 37, a causa de una flebitis. Recibió el alta el 12 de septiembre de 1936.

En este hospital había una placa conmemorativa en la que la Diputación Provincial de Sevilla, le agradecía el haber costeado el embaldosado de la sala San José. El mismo día que le dieron el alta, se lo llevaron a la Delegación de Orden Público, situada en la Calle Jesús del Gran Poder y allí estuvo detenido hasta su ejecución.

Después se encargaron de que su vida y sus obras cayeran en el olvido; sin embargo la huella que dejó en su familia es imborrable y nos ha impulsado a recuperar y a restaurar su memoria.

Otto, hijo de Federico y Ana, estudió Ingeniería en Alemania. Se casó con Anna Holtz y tuvo dos hijos: Conrado y Otto. Como ingeniero trabajó en la compañía AEG en Berlín y fue director de la Strassenbahn und Electrizitätswerke en Anhalt. Asimismo fue nombrado Director de la Compañía Sevillana de Electricidad y posteriormente Director de la Compañía de Tranvías de Sevilla. La Compañía Sevillana de Electricidad se funda el 23 de julio de 1894. Los grupos promotores visitaron Berlín y contrataron con Allgemeine Elektricitals Gesellschaft (AEG) la planificación, construcción de la central y el suministro de maquinarias. La central se construyó en Sevilla en 1895.

El 18 de diciembre de 1910 los trabajadores y altos cargos de la Compañía Sevillana de Electricidad le dieron un homenaje, para “celebrar los grandes triunfos alcanzados en el desempeño de su dirección técnica y administrativa”…”el Señor Caravaca leyó la dedicatoria del hermoso y artístico álbum que todos los empleados ofrecieron a su director como prueba de afecto y estimación. Al acto asistieron D. Nicolás Luca de Tena, D. Raúl Noel, consejero de la Compañía, los dos hijos del Señor Engelhardt, representación de la Prensa y de los obreros de los diversos departamentos” (Nuevo Mundo, jueves 29 de diciembre de 1910. Madrid).

Como Director de la Compañía de Tranvías “engalanó un coche motor y varias jardineras” (ABC, 07/09/1909) que estuvieron en servicio constante los primeros días de septiembre de 1909 con objeto de recaudar fondos para los heridos de la campaña en Melilla, en la Guerra de Marruecos. Por esta actuación y otras en relación con los heridos de guerra, el rey Alfonso XIII le concedió la medalla de Isabel la Católica en el año 1911.

Otto Engelhardt desempeñó el cargo de cónsul honorífico de Alemania en Sevilla, desde 1903 hasta su cese a petición suyo el día 23 de diciembre de 1919. En 1916, Otto Engelhardt como cónsul solicita al Ministerio de Asuntos Exteriores ayuda para que se construyera un colegio alemán, ya que con motivo de la entrada de Portugal en la primera Guerra Mundial, en Sevilla había muchas familias alemanas procedentes de Portugal y profesores del colegio alemán de Lisboa. No obstante, esta solicitud es rechazada por el Ministerio y los alumnos tienen que ir al Colegio Alemán de Madrid.
Según un artículo aparecido en el periódico El Liberal, el 11 de febrero de 1931 don Otto, como cónsul, fue el responsable de impedir un intento de sabotaje grave por parte de un oficial de la Armada alemana durante la Primera Guerra Mundial. Este asunto se mencionó también en el periódico alemán Gaceta General de Dortmund. No quedó claro si aquel oficial actuó por encargo de una entidad militar alemana, puesto que no pertenecía al personal de la Embajada.

El 13 de junio de 1931, devuelve al Gobierno de su país todas las condecoraciones con las que éste le premió después de la primera Guerra Mundial. En 1932 la República española le concede la nacionalidad española, renunciando a la nacionalidad alemana. El periodista José Rodríguez Patiño dijo en un artículo de la época: “en un folleto Adiós Alemania, en alemán, brindado a sus amigos y al gobierno alemán, y muy elogiado por la prensa democrática de su país natal, explica don Otto, en forma muy clara, las razones que le indujeron a pedir la naturalización española. Los sevillanos saludan al nuevo compatriota español seguramente con cariño de todo corazón puesto que raramente un extranjero ha contado con tantas simpatías en Sevilla como las que se ha granjeado don Otto”.

Fue un asiduo colaborador del periódico El Liberal de Sevilla, dirigido por su amigo José Laguillo. Esta publicación contaba con un talante innovador, siendo precursora de las más modernas tendencias de la prensa actual. Todos los artículos que escribió sobre la política en Alemania, fueron remitidos a la Embajada alemana en Madrid y desde allí al Ministerio de Asuntos Exteriores en Berlín. Al llegar al poder Hitler, le instaron a que dejara de publicar artículos de esta índole, pero él siguió manifestando públicamente su oposición al fascismo. El 15 de octubre de 1932 publica el artículo La Dictadura en Alemania en el que afirma: “Nadie, fuera de Alemania, comprenderá que un aventurero extranjero pueda formar, bajo la vista de un Gobierno, un poderoso Ejército particular para su propio objeto y el de sus comitentes, que naturalmente se han de pagar los gastos. El objeto es el de la instauración del terror como sistema, el canibalismo del cual este ejército particular ya ha dado numerosas pruebas sangrientas para destrozar la forma republicana del Gobierno…”.

También entonces escribió: “Uno de los hitlerianos enfurecido porque yo había publicado en EL LIBERAL el trato entre el que fue emperador de Alemania y el fue rey de Bulgaria, respecto de la participación de esta nación en la guerra mediante el cobro de treinta millones, me atacó en un periódico. Lo hizo como buen hitleriano, por detrás, es decir anónimo, firmando sólo Manuel. Este buen Manolo Hitler no debiera olvidar que el primero que no encontró muy limpio este negocio fue su ex majestad búlgaro-alemana misma…Y creo que no se debe sustraer a la atención del público un hecho como el referido para que el mundo vea un ejemplo más de la manera infame y criminal en la que los hijos del pueblo fueron arrastrados al matadero para gloria de la Patria, es decir para las cajas de los de la Gracia de Dios, el trust de los fabricantes de armamentos y el bienestar y la importancia de los barones”.

Se sentía orgulloso de su nacionalidad española, y pensaba que el gobierno español estaba muy lejos del fascismo de Hitler: “¡Gracias a Dios que vivo ahora como ciudadano español, bajo la protección de un Gobierno que está tan lejos del fascismo como yo de Hitler y sus príncipes! No dejo de amar a mi Alemania y le deseo para ella de corazón que vengan pronto días felices sin Hitler, sin barones y príncipes; días republicanos de verdad y prósperos como merece el pacífico pueblo alemán”.

Según consta en documentación del consulado, ayudaba a emigrantes alemanes a partir del año 1933.
Fue investigado y vigilado por el consulado en Sevilla y la embajada alemana en Madrid desde enero de 1929 a diciembre de 1935, como así consta en la documentación encontrada en el Archivo Político del Ministerio de Asuntos Exteriores de Berlín. El cónsul alemán en Sevilla en esa fecha, el Sr. Draeger, envió informes sobre Otto Engelhardt a la Embajada alemana en Madrid y de allí se enviaron al Ministerio de Asuntos Exteriores. En una ocasión el Sr. Draeger visitó al director del periódico El Liberal, José Laguillo, para pedirle que no publicara ningún artículo de Otto Engelhardt. Cuando Otto conoció la noticia, escribió una carta al Sr. Draeger en febrero de 1933, en la que le decía que…”Mi amigo Don José Laguillo, Director del Liberal, me dijo que Vd. le había visitado en nombre del embajador para rogarle suprima mis publicaciones en el Liberal si ellas envolvieran alguna crítica personal de los miembros del gobierno alemán. Sobre esto debo decirle que nunca he ofendido a nadie en su persona, porque conceptúo cualquiera ofensa como una emanación de la cobardía –y cobarde no soy de ninguna manera. La cobardía la dejo a mis adversarios, los que en Alemania como aquí han intentado de emplearla bajo el manto de la anonimidad para lanzar ofensas contra mí. Yo me he limitado en mis trabajos siempre a hacer referencias, basadas sobre documentación exacta. Mi ideología es, como Vd. sabe, absolutamente pacifista, sin violencias, y desde luego, también absolutamente republicana”.

Esta situación se fue agravando con el tiempo y en octubre de 1933 escribe una carta dirigida a la Prensa Española en la que dice “pocos meses después me he enterado que un representante del hitlerismo en Sevilla, me había denunciado como HOMBRE PELIGROSO al gobernador Sr. Labella y éste había puesto mi nombre en una lista de hombres de cuidado que él entregó a la Guardia Civil para que ésta me vigile. Lo más interesante para mí es saber OFICIALMENTE: quién es el villano que me ha denunciado. Lo necesito saber por mi seguridad y mi defensa. Quién soy y cómo me he portado en la vida pública puede decirlo toda Sevilla, no hacen falta indagaciones policiales. Como ciudadano fiel creo tener derecho a esperar que todos los españoles me protejan contra cobardes atentados, que me han anunciado ya también anónimamente, y contra todavía más cobardes denuncias que tienen la mala intención de perjudicarme en la vida particular y comercial. No pertenezco a ningún partido político, no pertenezco más que a la República Española, pero soy he sido siempre un pacifista convencido”.

El último informe que consta en el Archivo Político es un recorte del periódico El Liberal, del 20 de noviembre de 1935 en el que se menciona una fiesta que dio don Otto en su casa en San Juan de Aznalfarache, en la que se recordó la primera revolución alemana, adornando la casa con la “legítima bandera alemana de los colores negro, rojo y gualda”. “El señor Engelhardt brindó por el porvenir republicano de su antigua patria, manifestando que los buenos alemanes no deben perder la confianza en el resucitar de la antigua y excelsa Alemania, fundada por los espíritus glorificadazos en todos los países: Kant, Schiller, Goethe, Leising”.

En la última etapa de su vida, fundó el laboratorio Sanavida en San Juan de Aznalfarache. Este laboratorio comercializó medicamentos como Nervidin, Neocrom, o Epivomin, que se utilizó para el tratamiento de la epilepsia, insomnio, vómitos embarazo y transtornos nerviosos en general.

Una flebitis le obligó a ingresar en el Hospital de las Cinco Llagas. Al recibir el alta médica, los golpistas lo condujeron hasta la delegación de Orden Público de la calle Jesús del Gran Poder. Ahí permaneció detenido hasta su ejecución. Otto Engelhardt fue fusilado en septiembre de 1936. Tenía 70 años. Sus asesinos se encargaron de ocultar también su historia. Pero su familia, como las de miles de republicanos víctimas del franquismo, la rescata de, como dijo el poeta sevillano Luis Cernuda, "donde habite el olvido". Hoy, un bisnieto y un tataranieto suyo se llaman Otto.


Fuente: http://www.todoslosnombres.org
Otto Engelhardt nació en Braunschweig (Brunswick), ciudad de la Baja Sajonia, el 7 de agosto de 1866. Fue fusilado en septiembre de 1936, cuando contaba con 70 años y estaba enfermo. El 19 de agosto de 1936 ingresó en el Hospital de las Cinco Llagas, en la sala San Cosme, cama número 37, a causa de una flebitis. Recibió el alta el 12 de septiembre de 1936.
En este hospital había una placa conmemorativa en la que la Diputación Provincial de Sevilla, le agradecía el haber costeado el embaldosado de la sala San José. El mismo día que le dieron el alta, se lo llevaron a la Delegación de Orden Público, situada en la Calle Jesús del Gran Poder y allí estuvo detenido hasta su ejecución.
Después se encargaron de que su vida y sus obras cayeran en el olvido; sin embargo la huella que dejó en su familia es imborrable y nos ha impulsado a recuperar y a restaurar su memoria.
Otto, hijo de Federico y Ana, estudió Ingeniería en Alemania. Se casó con Anna Holtz y tuvo dos hijos: Conrado y Otto. Como ingeniero trabajó en la compañía AEG en Berlín y fue director de la Strassenbahn und Electrizitätswerke en Anhalt. Asimismo fue nombrado Director de la Compañía Sevillana de Electricidad y posteriormente Director de la Compañía de Tranvías de Sevilla. La Compañía Sevillana de Electricidad se funda el 23 de julio de 1894. Los grupos promotores visitaron Berlín y contrataron con Allgemeine Elektricitals Gesellschaft (AEG) la planificación, construcción de la central y el suministro de maquinarias. La central se construyó en Sevilla en 1895.
El 18 de diciembre de 1910 los trabajadores y altos cargos de la Compañía Sevillana de Electricidad le dieron un homenaje, para “celebrar los grandes triunfos alcanzados en el desempeño de su dirección técnica y administrativa”…”el Señor Caravaca leyó la dedicatoria del hermoso y artístico álbum que todos los empleados ofrecieron a su director como prueba de afecto y estimación. Al acto asistieron D. Nicolás Luca de Tena, D. Raúl Noel, consejero de la Compañía, los dos hijos del Señor Engelhardt, representación de la Prensa y de los obreros de los diversos departamentos” (Nuevo Mundo, jueves 29 de diciembre de 1910. Madrid).
Como Director de la Compañía de Tranvías “engalanó un coche motor y varias jardineras” (ABC, 07/09/1909) que estuvieron en servicio constante los primeros días de septiembre de 1909 con objeto de recaudar fondos para los heridos de la campaña en Melilla, en la Guerra de Marruecos. Por esta actuación y otras en relación con los heridos de guerra, el rey Alfonso XIII le concedió la medalla de Isabel la Católica en el año 1911.
Otto Engelhardt desempeñó el cargo de cónsul honorífico de Alemania en Sevilla, desde 1903 hasta su cese a petición suyo el día 23 de diciembre de 1919. En 1916, Otto Engelhardt como cónsul solicita al Ministerio de Asuntos Exteriores ayuda para que se construyera un colegio alemán, ya que con motivo de la entrada de Portugal en la primera Guerra Mundial, en Sevilla había muchas familias alemanas procedentes de Portugal y profesores del colegio alemán de Lisboa. No obstante, esta solicitud es rechazada por el Ministerio y los alumnos tienen que ir al Colegio Alemán de Madrid.
Según un artículo aparecido en el periódico El Liberal, el 11 de febrero de 1931 don Otto, como cónsul, fue el responsable de impedir un intento de sabotaje grave por parte de un oficial de la Armada alemana durante la Primera Guerra Mundial. Este asunto se mencionó también en el periódico alemán Gaceta General de Dortmund. No quedó claro si aquel oficial actuó por encargo de una entidad militar alemana, puesto que no pertenecía al personal de la Embajada.
El 13 de junio de 1931, devuelve al Gobierno de su país todas las condecoraciones con las que éste le premió después de la primera Guerra Mundial. En 1932 la República española le concede la nacionalidad española, renunciando a la nacionalidad alemana. El periodista José Rodríguez Patiño dijo en un artículo de la época: “en un folleto Adiós Alemania, en alemán, brindado a sus amigos y al gobierno alemán, y muy elogiado por la prensa democrática de su país natal, explica don Otto, en forma muy clara, las razones que le indujeron a pedir la naturalización española. Los sevillanos saludan al nuevo compatriota español seguramente con cariño de todo corazón puesto que raramente un extranjero ha contado con tantas simpatías en Sevilla como las que se ha granjeado don Otto”.
Fue un asiduo colaborador del periódico El Liberal de Sevilla, dirigido por su amigo José Laguillo. Esta publicación contaba con un talante innovador, siendo precursora de las más modernas tendencias de la prensa actual. Todos los artículos que escribió sobre la política en Alemania, fueron remitidos a la Embajada alemana en Madrid y desde allí al Ministerio de Asuntos Exteriores en Berlín. Al llegar al poder Hitler, le instaron a que dejara de publicar artículos de esta índole, pero él siguió manifestando públicamente su oposición al fascismo. El 15 de octubre de 1932 publica el artículo La Dictadura en Alemania en el que afirma: “Nadie, fuera de Alemania, comprenderá que un aventurero extranjero pueda formar, bajo la vista de un Gobierno, un poderoso Ejército particular para su propio objeto y el de sus comitentes, que naturalmente se han de pagar los gastos. El objeto es el de la instauración del terror como sistema, el canibalismo del cual este ejército particular ya ha dado numerosas pruebas sangrientas para destrozar la forma republicana del Gobierno…”.
También entonces escribió: “Uno de los hitlerianos enfurecido porque yo había publicado en EL LIBERAL el trato entre el que fue emperador de Alemania y el fue rey de Bulgaria, respecto de la participación de esta nación en la guerra mediante el cobro de treinta millones, me atacó en un periódico. Lo hizo como buen hitleriano, por detrás, es decir anónimo, firmando sólo Manuel. Este buen Manolo Hitler no debiera olvidar que el primero que no encontró muy limpio este negocio fue su ex majestad búlgaro-alemana misma…Y creo que no se debe sustraer a la atención del público un hecho como el referido para que el mundo vea un ejemplo más de la manera infame y criminal en la que los hijos del pueblo fueron arrastrados al matadero para gloria de la Patria, es decir para las cajas de los de la Gracia de Dios, el trust de los fabricantes de armamentos y el bienestar y la importancia de los barones”.
Se sentía orgulloso de su nacionalidad española, y pensaba que el gobierno español estaba muy lejos del fascismo de Hitler: “¡Gracias a Dios que vivo ahora como ciudadano español, bajo la protección de un Gobierno que está tan lejos del fascismo como yo de Hitler y sus príncipes! No dejo de amar a mi Alemania y le deseo para ella de corazón que vengan pronto días felices sin Hitler, sin barones y príncipes; días republicanos de verdad y prósperos como merece el pacífico pueblo alemán”.
Según consta en documentación del consulado, ayudaba a emigrantes alemanes a partir del año 1933.
Fue investigado y vigilado por el consulado en Sevilla y la embajada alemana en Madrid desde enero de 1929 a diciembre de 1935, como así consta en la documentación encontrada en el Archivo Político del Ministerio de Asuntos Exteriores de Berlín. El cónsul alemán en Sevilla en esa fecha, el Sr. Draeger, envió informes sobre Otto Engelhardt a la Embajada alemana en Madrid y de allí se enviaron al Ministerio de Asuntos Exteriores. En una ocasión el Sr. Draeger visitó al director del periódico El Liberal, José Laguillo, para pedirle que no publicara ningún artículo de Otto Engelhardt. Cuando Otto conoció la noticia, escribió una carta al Sr. Draeger en febrero de 1933, en la que le decía que…”Mi amigo Don José Laguillo, Director del Liberal, me dijo que Vd. le había visitado en nombre del embajador para rogarle suprima mis publicaciones en el Liberal si ellas envolvieran alguna crítica personal de los miembros del gobierno alemán. Sobre esto debo decirle que nunca he ofendido a nadie en su persona, porque conceptúo cualquiera ofensa como una emanación de la cobardía –y cobarde no soy de ninguna manera. La cobardía la dejo a mis adversarios, los que en Alemania como aquí han intentado de emplearla bajo el manto de la anonimidad para lanzar ofensas contra mí. Yo me he limitado en mis trabajos siempre a hacer referencias, basadas sobre documentación exacta. Mi ideología es, como Vd. sabe, absolutamente pacifista, sin violencias, y desde luego, también absolutamente republicana”.
Esta situación se fue agravando con el tiempo y en octubre de 1933 escribe una carta dirigida a la Prensa Española en la que dice “pocos meses después me he enterado que un representante del hitlerismo en Sevilla, me había denunciado como HOMBRE PELIGROSO al gobernador Sr. Labella y éste había puesto mi nombre en una lista de hombres de cuidado que él entregó a la Guardia Civil para que ésta me vigile. Lo más interesante para mí es saber OFICIALMENTE: quién es el villano que me ha denunciado. Lo necesito saber por mi seguridad y mi defensa. Quién soy y cómo me he portado en la vida pública puede decirlo toda Sevilla, no hacen falta indagaciones policiales. Como ciudadano fiel creo tener derecho a esperar que todos los españoles me protejan contra cobardes atentados, que me han anunciado ya también anónimamente, y contra todavía más cobardes denuncias que tienen la mala intención de perjudicarme en la vida particular y comercial. No pertenezco a ningún partido político, no pertenezco más que a la República Española, pero soy he sido siempre un pacifista convencido”.
El último informe que consta en el Archivo Político es un recorte del periódico El Liberal, del 20 de noviembre de 1935 en el que se menciona una fiesta que dio don Otto en su casa en San Juan de Aznalfarache, en la que se recordó la primera revolución alemana, adornando la casa con la “legítima bandera alemana de los colores negro, rojo y gualda”. “El señor Engelhardt brindó por el porvenir republicano de su antigua patria, manifestando que los buenos alemanes no deben perder la confianza en el resucitar de la antigua y excelsa Alemania, fundada por los espíritus glorificadazos en todos los países: Kant, Schiller, Goethe, Leising”.
En la última etapa de su vida, fundó el laboratorio Sanavida en San Juan de Aznalfarache. Este laboratorio comercializó medicamentos como Nervidin, Neocrom, o Epivomin, que se utilizó para el tratamiento de la epilepsia, insomnio, vómitos embarazo y transtornos nerviosos en general.
Hombre de honor y de una gran valentía fue ejecutado por manifestar abiertamente sus ideas liberales y pacifistas. Lo último que recuerda mi abuela Teresa es la visita de su hijo Conrado a la Delegación de Orden Público para poder recuperar los objetos personales de su padre. Se fue con las manos vacías y con amenazas de muerte. Desde entonces mi familia ha callado pero nunca ha olvidado. Su foto vestido de cónsul sigue presidiendo el salón familiar y su nombre lo llevan su biznieto y tataranieto.
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Otto Engelhardt nació en Braunschweig (Brunswick), ciudad de la Baja Sajonia, el 7 de agosto de 1866. Fue fusilado en septiembre de 1936, cuando contaba con 70 años y estaba enfermo. El 19 de agosto de 1936 ingresó en el Hospital de las Cinco Llagas, en la sala San Cosme, cama número 37, a causa de una flebitis. Recibió el alta el 12 de septiembre de 1936.
En este hospital había una placa conmemorativa en la que la Diputación Provincial de Sevilla, le agradecía el haber costeado el embaldosado de la sala San José. El mismo día que le dieron el alta, se lo llevaron a la Delegación de Orden Público, situada en la Calle Jesús del Gran Poder y allí estuvo detenido hasta su ejecución.
Después se encargaron de que su vida y sus obras cayeran en el olvido; sin embargo la huella que dejó en su familia es imborrable y nos ha impulsado a recuperar y a restaurar su memoria.
Otto, hijo de Federico y Ana, estudió Ingeniería en Alemania. Se casó con Anna Holtz y tuvo dos hijos: Conrado y Otto. Como ingeniero trabajó en la compañía AEG en Berlín y fue director de la Strassenbahn und Electrizitätswerke en Anhalt. Asimismo fue nombrado Director de la Compañía Sevillana de Electricidad y posteriormente Director de la Compañía de Tranvías de Sevilla. La Compañía Sevillana de Electricidad se funda el 23 de julio de 1894. Los grupos promotores visitaron Berlín y contrataron con Allgemeine Elektricitals Gesellschaft (AEG) la planificación, construcción de la central y el suministro de maquinarias. La central se construyó en Sevilla en 1895.
El 18 de diciembre de 1910 los trabajadores y altos cargos de la Compañía Sevillana de Electricidad le dieron un homenaje, para “celebrar los grandes triunfos alcanzados en el desempeño de su dirección técnica y administrativa”…”el Señor Caravaca leyó la dedicatoria del hermoso y artístico álbum que todos los empleados ofrecieron a su director como prueba de afecto y estimación. Al acto asistieron D. Nicolás Luca de Tena, D. Raúl Noel, consejero de la Compañía, los dos hijos del Señor Engelhardt, representación de la Prensa y de los obreros de los diversos departamentos” (Nuevo Mundo, jueves 29 de diciembre de 1910. Madrid).
Como Director de la Compañía de Tranvías “engalanó un coche motor y varias jardineras” (ABC, 07/09/1909) que estuvieron en servicio constante los primeros días de septiembre de 1909 con objeto de recaudar fondos para los heridos de la campaña en Melilla, en la Guerra de Marruecos. Por esta actuación y otras en relación con los heridos de guerra, el rey Alfonso XIII le concedió la medalla de Isabel la Católica en el año 1911.
Otto Engelhardt desempeñó el cargo de cónsul honorífico de Alemania en Sevilla, desde 1903 hasta su cese a petición suyo el día 23 de diciembre de 1919. En 1916, Otto Engelhardt como cónsul solicita al Ministerio de Asuntos Exteriores ayuda para que se construyera un colegio alemán, ya que con motivo de la entrada de Portugal en la primera Guerra Mundial, en Sevilla había muchas familias alemanas procedentes de Portugal y profesores del colegio alemán de Lisboa. No obstante, esta solicitud es rechazada por el Ministerio y los alumnos tienen que ir al Colegio Alemán de Madrid.
Según un artículo aparecido en el periódico El Liberal, el 11 de febrero de 1931 don Otto, como cónsul, fue el responsable de impedir un intento de sabotaje grave por parte de un oficial de la Armada alemana durante la Primera Guerra Mundial. Este asunto se mencionó también en el periódico alemán Gaceta General de Dortmund. No quedó claro si aquel oficial actuó por encargo de una entidad militar alemana, puesto que no pertenecía al personal de la Embajada.
El 13 de junio de 1931, devuelve al Gobierno de su país todas las condecoraciones con las que éste le premió después de la primera Guerra Mundial. En 1932 la República española le concede la nacionalidad española, renunciando a la nacionalidad alemana. El periodista José Rodríguez Patiño dijo en un artículo de la época: “en un folleto Adiós Alemania, en alemán, brindado a sus amigos y al gobierno alemán, y muy elogiado por la prensa democrática de su país natal, explica don Otto, en forma muy clara, las razones que le indujeron a pedir la naturalización española. Los sevillanos saludan al nuevo compatriota español seguramente con cariño de todo corazón puesto que raramente un extranjero ha contado con tantas simpatías en Sevilla como las que se ha granjeado don Otto”.
Fue un asiduo colaborador del periódico El Liberal de Sevilla, dirigido por su amigo José Laguillo. Esta publicación contaba con un talante innovador, siendo precursora de las más modernas tendencias de la prensa actual. Todos los artículos que escribió sobre la política en Alemania, fueron remitidos a la Embajada alemana en Madrid y desde allí al Ministerio de Asuntos Exteriores en Berlín. Al llegar al poder Hitler, le instaron a que dejara de publicar artículos de esta índole, pero él siguió manifestando públicamente su oposición al fascismo. El 15 de octubre de 1932 publica el artículo La Dictadura en Alemania en el que afirma: “Nadie, fuera de Alemania, comprenderá que un aventurero extranjero pueda formar, bajo la vista de un Gobierno, un poderoso Ejército particular para su propio objeto y el de sus comitentes, que naturalmente se han de pagar los gastos. El objeto es el de la instauración del terror como sistema, el canibalismo del cual este ejército particular ya ha dado numerosas pruebas sangrientas para destrozar la forma republicana del Gobierno…”.
También entonces escribió: “Uno de los hitlerianos enfurecido porque yo había publicado en EL LIBERAL el trato entre el que fue emperador de Alemania y el fue rey de Bulgaria, respecto de la participación de esta nación en la guerra mediante el cobro de treinta millones, me atacó en un periódico. Lo hizo como buen hitleriano, por detrás, es decir anónimo, firmando sólo Manuel. Este buen Manolo Hitler no debiera olvidar que el primero que no encontró muy limpio este negocio fue su ex majestad búlgaro-alemana misma…Y creo que no se debe sustraer a la atención del público un hecho como el referido para que el mundo vea un ejemplo más de la manera infame y criminal en la que los hijos del pueblo fueron arrastrados al matadero para gloria de la Patria, es decir para las cajas de los de la Gracia de Dios, el trust de los fabricantes de armamentos y el bienestar y la importancia de los barones”.
Se sentía orgulloso de su nacionalidad española, y pensaba que el gobierno español estaba muy lejos del fascismo de Hitler: “¡Gracias a Dios que vivo ahora como ciudadano español, bajo la protección de un Gobierno que está tan lejos del fascismo como yo de Hitler y sus príncipes! No dejo de amar a mi Alemania y le deseo para ella de corazón que vengan pronto días felices sin Hitler, sin barones y príncipes; días republicanos de verdad y prósperos como merece el pacífico pueblo alemán”.
Según consta en documentación del consulado, ayudaba a emigrantes alemanes a partir del año 1933.
Fue investigado y vigilado por el consulado en Sevilla y la embajada alemana en Madrid desde enero de 1929 a diciembre de 1935, como así consta en la documentación encontrada en el Archivo Político del Ministerio de Asuntos Exteriores de Berlín. El cónsul alemán en Sevilla en esa fecha, el Sr. Draeger, envió informes sobre Otto Engelhardt a la Embajada alemana en Madrid y de allí se enviaron al Ministerio de Asuntos Exteriores. En una ocasión el Sr. Draeger visitó al director del periódico El Liberal, José Laguillo, para pedirle que no publicara ningún artículo de Otto Engelhardt. Cuando Otto conoció la noticia, escribió una carta al Sr. Draeger en febrero de 1933, en la que le decía que…”Mi amigo Don José Laguillo, Director del Liberal, me dijo que Vd. le había visitado en nombre del embajador para rogarle suprima mis publicaciones en el Liberal si ellas envolvieran alguna crítica personal de los miembros del gobierno alemán. Sobre esto debo decirle que nunca he ofendido a nadie en su persona, porque conceptúo cualquiera ofensa como una emanación de la cobardía –y cobarde no soy de ninguna manera. La cobardía la dejo a mis adversarios, los que en Alemania como aquí han intentado de emplearla bajo el manto de la anonimidad para lanzar ofensas contra mí. Yo me he limitado en mis trabajos siempre a hacer referencias, basadas sobre documentación exacta. Mi ideología es, como Vd. sabe, absolutamente pacifista, sin violencias, y desde luego, también absolutamente republicana”.
Esta situación se fue agravando con el tiempo y en octubre de 1933 escribe una carta dirigida a la Prensa Española en la que dice “pocos meses después me he enterado que un representante del hitlerismo en Sevilla, me había denunciado como HOMBRE PELIGROSO al gobernador Sr. Labella y éste había puesto mi nombre en una lista de hombres de cuidado que él entregó a la Guardia Civil para que ésta me vigile. Lo más interesante para mí es saber OFICIALMENTE: quién es el villano que me ha denunciado. Lo necesito saber por mi seguridad y mi defensa. Quién soy y cómo me he portado en la vida pública puede decirlo toda Sevilla, no hacen falta indagaciones policiales. Como ciudadano fiel creo tener derecho a esperar que todos los españoles me protejan contra cobardes atentados, que me han anunciado ya también anónimamente, y contra todavía más cobardes denuncias que tienen la mala intención de perjudicarme en la vida particular y comercial. No pertenezco a ningún partido político, no pertenezco más que a la República Española, pero soy he sido siempre un pacifista convencido”.
El último informe que consta en el Archivo Político es un recorte del periódico El Liberal, del 20 de noviembre de 1935 en el que se menciona una fiesta que dio don Otto en su casa en San Juan de Aznalfarache, en la que se recordó la primera revolución alemana, adornando la casa con la “legítima bandera alemana de los colores negro, rojo y gualda”. “El señor Engelhardt brindó por el porvenir republicano de su antigua patria, manifestando que los buenos alemanes no deben perder la confianza en el resucitar de la antigua y excelsa Alemania, fundada por los espíritus glorificadazos en todos los países: Kant, Schiller, Goethe, Leising”.
En la última etapa de su vida, fundó el laboratorio Sanavida en San Juan de Aznalfarache. Este laboratorio comercializó medicamentos como Nervidin, Neocrom, o Epivomin, que se utilizó para el tratamiento de la epilepsia, insomnio, vómitos embarazo y transtornos nerviosos en general.
Hombre de honor y de una gran valentía fue ejecutado por manifestar abiertamente sus ideas liberales y pacifistas. Lo último que recuerda mi abuela Teresa es la visita de su hijo Conrado a la Delegación de Orden Público para poder recuperar los objetos personales de su padre. Se fue con las manos vacías y con amenazas de muerte. Desde entonces mi familia ha callado pero nunca ha olvidado. Su foto vestido de cónsul sigue presidiendo el salón familiar y su nombre lo llevan su biznieto y tataranieto.
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