Estamos en unas fechas en donde lo normal, lo clásico, da igual si
somos o no creyentes, es el felicitarnos las fiestas y desearnos
prosperidad para el año venidero.
Sin embargo, a mí en concreto, me resulta complejo, cuando no
contradictorio, esas ansias de felicidad cuando miro alrededor y veo un
país en recesión, con una la tasa de paro al término del primer semestre
del 26,26% y 5.977.500 de desempleados. Donde el número de hogares que
tienen a todos sus miembros en el paro se sitúa en 1.807.700.
La pobreza estrictamente económica ha crecido de forma pronunciada
debido a la pérdida de renta disponible por los ciudadanos y el
incremento del desempleo de larga duración. El recorte en derechos
laborales, conseguidos tras años de lucha, la precariedad en el empleo,
un descenso salarial en torno al 14%, o la satanización inmisericorde
de los sindicatos, no son razones para felicitarnos.
Este año, nuestro país, está sufriendo una nueva plaga de pobreza, la
energética, que no es otra cosa que la incapacidad de un hogar de
satisfacer una cantidad mínima de servicios de la energía para sus
necesidades básicas, como mantener la vivienda en unas condiciones de
climatización adecuadas para la salud (18 a 20º C en invierno y 25º C en
verano). Las estadísticas disponibles indican que un 10% de la
población española es incapaz de mantener su vivienda con una
temperatura adecuada durante los meses fríos.
Esta situación nos lleva a ver cómo ha crecido el índice de pobreza
en 8% en los últimos 4 años o tener el mayor aumento de desigualdad de
nuestra historia entre ricos y pobres; Nuestros mayores, con pensiones
escasas y estancadas, se han convertido en el único sustento de cientos
de miles de ciudadanos, el 40% de los ancianos españoles mantiene por lo
menos a un familiar más joven. Nuestros héroes no llevan capa, sino
bastón.
A lo largo de los dos últimos años la educación pública ha sufrido un
recorte de 3.400 millones de euros en sus presupuestos. Con los nuevos
recortes anunciados en las últimas semanas (600 millones menos de
presupuesto estatal, un 21,9% y 3.000 millones menos de presupuesto
autonómico, un 13%), la caída de la inversión en educación va superar
los 7.000 millones de euros.
El Sr. Rajoy y sus ministros que proclaman que estos recortes no
afectarán a la calidad de la enseñanza. La realidad, lamentablemente, es
otra: masificación, bajas de profesores no cubiertas.
Se han reducido o desaparecido de los centros algunos programas
educativos específicos como compensatoria, diversificación o programas
de cualificación profesional inicial, destinados a combatir el fracaso
escolar y atender a los alumnos con mayores dificultades de aprendizaje
como inmigrantes, hijos de familias desestructuradas, discapacitados,
etc.
Igualmente ha sucedido con determinados servicios que venimos
prestando los centros educativos, como fisioterapeutas o intérpretes de
signos para alumnos sordos. Desaparece del plan de creación de escuelas
infantiles para menores de tres años. O las rutas de transporte
escolar, fundamentales para los alumnos de los núcleos de menor
población. Los trayectos, más largos, podrán superar el actual límite
legal de 60 minutos.
Los alumnos que este curso se han incorporado a la universidad han
visto como las tasas de matrícula han subido hasta en un 60%. Este
hecho, sumado a la reducción de 166 millones de euros de la cuantía
destinada a becas, ha privado a muchos estudiantes de poder costearse
estudios universitarios.
Todos estos recortes se suman a los que venimos ya sufriendo en los
últimos dos años, como la desaparición del bono-libro o la reducción de
los fondos destinados a los centros, que afectan a cuestiones tan
básicas como la calefacción, las fotocopias, los materiales de prácticas
o la limpieza.
Mientras que la reciente resolución de la ONU
insta a los gobiernos a acelerar el progreso hacia el acceso universal a
servicios de salud asequibles y de calidad, el Gobierno español,
saltándose el procedimiento parlamentario, promulgó un Real Decreto para
limitar el acceso a los servicios gratuitos en el lugar de prestación,
menoscabando el principio de cobertura universal”.
Los recortes, el aumento del copago farmacéutico y la exclusión
sanitaria están teniendo efectos demoledores en la salud de los
españoles. Esta es la conclusión y la llamada a la alerta de un artículo
publicado en la prestigiosa revista British Medical Journal (BMJ)
que duda, además, de que esas medidas de ahorro están basadas en
evidencias probadas. El trabajo, realizado por investigadores de la
London School of Hygiene & Tropical Medicine de Reino Unido, analiza
el impacto del tijeretazo en los presupuestos sanitarios (desde 2010 se ha recortado 150 per cápita
en un presupuesto que ya era de los más bajos de la UE), que ha tenido
un “impacto desproporcionadamente alto” en personal y políticas de salud
pública.
Un recorte que no va parejo al aumento de la demanda asistencial de
personas dependientes, discapacitados o ancianos, que pierden a la vez
otras prestaciones sociales. ¿Por qué hay que cambiar un sistema como el
español, con buenos indicadores y de los más baratos, cuando en época
de crisis la evidencia muestra que habría que protegerlo porque las
enfermedades crecen.
La última de estas plagas que nos ha traído el gobierno del PP, es la
de los recortes en derechos, tan importante o más que los económicos,
porque con ellos se pretende tapar la boca de aquellos que gritamos y
exigimos justicia. Retrocesos en derechos tales como el de expresión o
manifestación, ataques directos a aquellos que no pensamos igual; a las
mujeres con la desregulación del aborto. Hemos retrocedido a los años 70
del siglo pasado.
Es por ello que me cuesta desear felicidad, pero a pesar del Sr.
Rajoy y de todos los que son como él, tenemos que seguir avanzando para
que 2014 nuestro país sea menos gris y mas tricolor. Así que mas que les
pese y les duela, os deseo mucha felicidad en estas fiestas y en todos
los días venideros, en la esperanza de que el año próximo España sea
republicana.
Rafael Luna
Secrtario General
Salud y República.
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