Algunas cosas parecen tan obvias que da un poco de pudor
recordarlas, pero lo cierto es que estamos viviendo un tiempo tan
brutal que lo evidente ha dejado de serlo. Esta semana no ha sido
posible escaparse del video antiaborto que ha publicado Duarte Falcó y
de la Cierva, nada menos. En otro tiempo este video provocaría risa,
ahora provoca un enorme cabreo. Un señorito bodeguero de 19 años decide
por su cuenta implicar a una serie de pijos y pijas infumables en una
campaña que quiere recortar derechos a las mujeres. Hay quien dice que
este video no se puede tomar en serio; es posible. Pero vivimos un
tiempo en el que las agresiones a nuestros derechos básicos son tan
salvajes que hasta los pijos descerebrados se animan a sumarse a la
rapiña. Si se lo podemos quitar todo, habrá ¿pensado? ese Duarte, ¿por
qué no voy a participar? Así que él, desde la altura de los barriles de
vino de su padre y de su apellido compuesto, se atreve a opinar sobre
los derechos de las mujeres. Mujeres, las que necesitan de la ley para
abortar en buenas condiciones, que en nada se parecen a Tamara Falcó que
si necesitara abortar no habría ley que la detuviera; las ricas han
abortado toda la vida de dios. De dios precisamente nos habla Tamara
Falcó entre mohines. Estas personas que se preocupan tanto por los fetos
tienen la costumbre de amar mucho a dios.
También el ministro Fernández Díaz ama mucho a dios; al
parecer es de misa diaria. Mientras que aman y dios y se preocupan por
los embriones no parece que se preocupen nada por los seres humanosdesesperados que se lanzan cada noche contra la valla llena de cuchillas
que el piadoso ministro del interior ha ordenado colocar en la frontera
que separa una España llena de pobres que rebuscan en la basura para
comer, y un mundo en el que no se encuentra comida ni siquiera en la
basura. En la valla se dejarán la piel, la carne y puede que la vida
pero eso no importa porque estas personas no cuentan absolutamente nada;
es obvio que los embriones son una cosa y los africanos pobres otra muy
distinta. También creo que aman a dios Rajoy y la ministra Ana Mato que
mientras van a misa es posible que piensen en cómo recortar más en
sanidad para las personas que no pueden pagarla. Rezan con una neurona y
con la otra condenan a muerte o a enfermedad a ancianos, personas sin
recursos, gente que necesita una buena sanidad pública. Claro que de eso
ni se enteran; la gente corriente somos peones que mueven a su antojo
con el objetivo de ganar dinero ellos o sus amigos empresarios.
Seguramente Rajoy o Ana Mato ignoran completamente el número de personas
que se han quedado en el último años sin tarjeta sanitaria en España,
es decir, sin derecho a recibir médica. Son 873.000 personas sin contar
las que no pueden comprar los medicamentos gracias al repago. Y, señor
Rajoy, las cuchillas cortan la carne, sí.
Por el momento puede que estén ganando sí, pero aunque no
podamos gritarlo en una misa, aunque no podamos gritárselo a los
responsables, aunque no se escriba en los periódicos ni se diga en los
telediarios, las personas decentes sabemos quiénes son los que matan y
no son las mujeres que abortan. Tal como está la cosa terminaremos todos
en la cárcel por decir obviedades pero, aun así, seguiremos
diciéndolas.
http://beatrizgimeno.es
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