martes, 19 de noviembre de 2013

Sumisa


Sostiene Costanza Miriano, autora del polémico libro “Cásate y sé sumisa” que ahora es el momento de aprender la obediencia leal y generosa, la sumisión. Sumisión femenina obviamente. Sumisión para no intentar cambiar al marido y que el matrimonio funcione como un reloj suizo. De todas estas inquietantes palabras (y voy a obviar las barbaridades que en defensa del libro nos ha regalado el arzobispo de Granada, que de todos los argumentos que podría haber escogido, ha seleccionado lo peor), la que más me preocupa es “AHORA”.  ¿Por qué tenemos que ser sumisas ahora? ¿Qué circunstancias mal sanas se están produciendo en estos momentos para que busquemos como solución a la decadencia de instituciones como el matrimonio, la sumisión femenina?

Por otra parte, la autora tampoco se ha quebrado mucho la cabeza. La sumisión es el comodín del público, la llave maestra de todos los problemas. Las guerras se terminan con sumisión, las injusticias sociales se terminan con sumisión, hasta la muerte es más llevadera de la mano de la sumisión. Pero por suerte, (ay, mire usted qué cosa) la rebeldía, el inconformismo, la búsqueda de la verdad, la lucha por la justicia... Son características que han hecho progresar al ser humano. Algunas con mayor o menor acierto, por supuesto que sí, pero nunca la sumisión fue la solución al problema.

Mis abuelos estuvieron más de setenta años casados. No he conocido matrimonio más feliz ni más enamorado. Mi abuela fue una mujer de un carácter de acero y una fuerza tremenda hasta el último minuto de sus 97 años. Fuerza sobre la que se recostaba mi abuelo y que le hizo la vida más feliz.
Una vida más llevadera en terribles tiempos de hambre, muerte y guerra. Tiempos a los que sobrevivieron unidos. Entre ellos nunca hubo desigualdades, y la figura de mi abuelo era venerada por toda la familia. La receta era muy sencilla, una simple mezcla de aceptación de los roles de cada uno, una dosis enorme de respeto y mucho amor. Nunca cupo ahí la sumisión. Y nunca nos inculcó nuestra abuela que someterse era la solución al problema.

Respeto y amor, querida  Costanza Miriano; respeto y amor, querido arzobispo de Granada; respeto y amor, querida sociedad de este convulso siglo XXI.

La sumisión es humillante, y lo peor de todo la llave que abre la puerta de males mucho mayores.

Rosa G. Perea - La Gatera

Fuente: http://andaluciainformacion.es

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