Sostiene Costanza Miriano, autora del polémico
libro “Cásate y sé sumisa” que ahora es el momento de aprender la
obediencia leal y generosa, la sumisión. Sumisión femenina obviamente.
Sumisión para no intentar cambiar al marido y que el matrimonio funcione
como un reloj suizo. De todas estas inquietantes palabras (y voy a
obviar las barbaridades que en defensa del libro nos ha regalado el
arzobispo de Granada, que de todos los argumentos que podría haber
escogido, ha seleccionado lo peor), la que más me preocupa es “AHORA”.
¿Por qué tenemos que ser sumisas ahora? ¿Qué circunstancias mal sanas se
están produciendo en estos momentos para que busquemos como solución a
la decadencia de instituciones como el matrimonio, la sumisión femenina?
Por otra parte, la autora tampoco se ha quebrado mucho la cabeza. La
sumisión es el comodín del público, la llave maestra de todos los
problemas. Las guerras se terminan con sumisión, las injusticias
sociales se terminan con sumisión, hasta la muerte es más llevadera de
la mano de la sumisión. Pero por suerte, (ay, mire usted qué cosa) la
rebeldía, el inconformismo, la búsqueda de la verdad, la lucha por la
justicia... Son características que han hecho progresar al ser humano.
Algunas con mayor o menor acierto, por supuesto que sí, pero nunca la
sumisión fue la solución al problema.
Mis abuelos
estuvieron más de setenta años casados. No he conocido matrimonio más
feliz ni más enamorado. Mi abuela fue una mujer de un carácter de acero y
una fuerza tremenda hasta el último minuto de sus 97 años. Fuerza sobre
la que se recostaba mi abuelo y que le hizo la vida más feliz.
Una vida más llevadera en terribles tiempos de hambre, muerte y guerra.
Tiempos a los que sobrevivieron unidos. Entre ellos nunca hubo
desigualdades, y la figura de mi abuelo era venerada por toda la
familia. La receta era muy sencilla, una simple mezcla de aceptación de
los roles de cada uno, una dosis enorme de respeto y mucho amor. Nunca
cupo ahí la sumisión. Y nunca nos inculcó nuestra abuela que someterse
era la solución al problema.
Respeto y amor, querida
Costanza Miriano; respeto y amor, querido arzobispo de Granada; respeto y
amor, querida sociedad de este convulso siglo XXI.
La sumisión es humillante, y lo peor de todo la llave que abre la puerta de males mucho mayores.
Rosa G. Perea - La Gatera
Fuente: http://andaluciainformacion.es
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