Carmen y María se pusieron a contarle toda su vida a un hombre alto,
muy amable, que no conocían de nada. El señor se presentó, un tal
Pablo, pero ellas no entendieron mucho más. Lo único que querían
en ese momento era hablar. “A mi padre lo mataron”. “A nosotros
nos quitaron hasta el colchón”. Ambas esperaban en un hotel de
Sevilla a que comenzara la reunión con el relator especial de
Naciones Unidas sobre la promoción de la verdad, la justicia y la
reparación y las garantías de no repetición. Cuando Paqui
Maqueda, una de las organizadoras del encuentro con familiares de
víctimas del franquismo, comenzó a llamar a los asistentes para que
entraran y se acomodaran, Carmen y María descubrieron que ellas, si
querían, podían irse ya a tomar un café. Porque ese tal Pablo con
el que se habían estado desahogando en el pasillo minutos antes era
el relator, Pablo de Greiff. “Hoy han perdido el miedo. Hoy
decidieron venir y hablar”, dijo ya dentro de la sala María
Dolores Nepomuceno, la hija de
Uno de esos dos fusilados
era Emilio, tío de Santiago Fernández, que continúa buscando a
otro tío, Benito. “No se ha producido ningún avance desde que
vino la primera delegación de la ONU [en septiembre], las exigencias
que propuso al Gobierno de España no se han visto plasmadas en
iniciativas políticas. Sentimos el mismo desamparo, el mismo
abandono, la misma indefensión. Porque hay víctimas y víctimas. Y
las que estamos aquí parece que somos de Angola“, resumió
Santiago Fernández claro y directo en su intervención.
REIVINDICACIONES
“Esto hizo sufrir a mi madre toda la vida”, dijo
mostrando una foto en blanco y negro Adelia Hermoso. “Fusilaron a
su marido con 31 años. Quiso aclararlo. Decía que era la Falange.
No sé”, concluyó con un nudo en la garganta. “La memoria de mi
familia ha sido muy dispersa, muy fragmentada. Me está costando
mucho trabajo recomponerla y me he encontrado muy poco apoyo”,
expresó Manuel Camacho, también nieto de fusilado, al borde de la
emoción. Porque, insistieron, el trabajo que se ha hecho hasta ahora
ha sido impulsado exclusivamente por los familiares. “El
Gobierno del PP ha mentido a la ONU, a la jueza argentina, ha
boicoteado la memoria con la excusa de la crisis pero ha financiado
la remodelación del Valle de los Caídos“, afirmó Rafael
López, nieto de fusilado y presidente de la Asociación Memoria
Histórica y Justicia de Andalucía. Entre sus reinvidicaciones,
reclamó una política pública de memoria, la derogación de la ley
de amnistía -que es el recurso de la justicia española para
archivar las denuncias-, que la ONU asuma la investigación de los
crímenes franquistas antes de 1945, que el franquismo sea calificado
como un sistema genocida, el reconocimiento de las víctimas y el
reconocimiento público del trabajo esclavo.
El relator tiene previsto visitar este sábado el
Canal de los Presos, recientemente catalogado como Lugar de
Memoria. “Con el lema ‘los que han destruido España, que
la reconstruyan’, el franquismo usó la mano de obra de presos
políticos vulnerando todos los derechos humanos“, explicó
Gonzalo Acosta, de CGT-A, cuyos trabajos de investigación, unidos a
la iniciativa todoslosnombres.org,
han supuesto una contribución de valor incalculable a la
recuperación de la memoria histórica. Como los estudios
desarrollados por la asociación Amical de Mauthausen, que han
descubierto a muchas personas dónde terminaron sus familiares:
“Todavía hay quien se extraña de que hubiera acento andaluz en
los campos nazis”, destacó Ángel del Río, profesor de
Antropología de la Pablo de Olavide. Abogó por incluir esta parte
oculta de la historia en los contenidos escolares ante el aumento,
además, de la extrema derecha.
“Yo tengo 27 años y no estudié nada de esto en
el instituto”, ejemplificó Lucía Sócam, presidenta de la
Asociación 19 mujeres de Guillena, las rosas de Andalucía. “En
charlas que hemos dado en los colegios, ha habido alumnos que
preguntaban que si todo lo que había hecho Franco era malo, porque
también hizo pantanos. Y claro, yo les conté quiénes construyeron
los pantanos”, añadió. “Una fosa común es el mejor
libro de historia para estudiar la represión a las personas que
defendieron la República“, concluyó Miguel Guardado, en
representación del colectivo de las víctimas de la Puebla de
Cazalla (Sevilla): “Cuerpos bajo cal viva, a cuatro metros de
profundidad, jóvenes y ancianos, hombres y mujeres, con los brazos
atados en la espalda, tiros en la nuca… esa es la realidad”.
Y la realidad es también que la madre de Paco
Villena, una mujer de 85 años, convive aún con monumentos que
exaltan a los asesinos. Que, como recordó José Moreno, sigue
habiendo víctimas ignoradas por el Estado. “¿Nos matan y nadie
nos mira?”, se preguntó Juan Antonio, de 89 años, hijo de maestro
fusilado. Que nadie investiga el robo de niños. Y que irán a donde
tengan que ir, a contarlo la veces que sean necesarias, aunque la
esperanza cada vez vaya a menos y el hartazgo cada vez vaya a más .
“Yo tengo 84 años. ¿Y ahora se acuerda la ONU? ¿La ONU
que aprobó el régimen de Franco? ¿Va a servir esto para algo?
¿Tiene autoridad la ONU? ¿Va a traer soluciones la ONU?“,
espetó Manuel. “La ONU lo que tiene que hacer es presionar al
Gobierno español para que haga algo”, zanjó.
Hay mucho dolor y las heridas no es que se hayan
abierto, es que no se han cerrado. El hijo de Juan Landero, un
campesino de Coria del Río (Sevilla) que protestó a los
terratenientes porque no le pagaban, fue testigo con siete años de
cómo lo asesinaron. “Hoy sigue llorando como un niño”, expresó
Juan Miguel Baquero, bisnieto de fusilado, ante el relator,
que presentará un informe sobre la visita a España ante el
Consejo de Derechos Humanos de la ONU en septiembre. “Con que se
cumpliera el título de cargo sería suficiente para mí”,
reflexionó Juan Barba, de la Cuenca Minera de Riotinto (Huelva).
“Iremos donde haya que ir por ellos”, afirmó, ya a la salida,
Mari Ángeles Hidalgo, la hija de María Rodríguez, la otra mujer
que ayer perdió el miedo.
Fuente: andalucesdiario.es
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