Entierro de D. Manuel Azaña |
En la madrugada del 3 al
4 de noviembre, en Montauban, perseguido por el embajador de Franco
en París, José Félix de Lequerica, los nazis que ya habían
ocupado Francia, las “autoridades” del gobierno colaboracionista
de Vichy y de grupos de falangistas y policías españoles, falleció
D. Manuel Azaña, último presidente de la II República.
Al día siguiente, el
Gobierno del mariscal Pétain prohibió que su ataúd recorriese las
calles de Montauban envuelto en la bandera republicana y que se le
rindiesen honores públicos. Es más, pretendieron cubrirlo con la
bandera franquista. Así que su féretro fue cubierto por una
bandera de México -el país que nos arropó en las horas amargas del
exilio- para impedir que lo hiciese con el emblema franquista.
A tal fin, D. Luís
Ignacio Rodríguez, embajador de México increpó al prefecto francés
con estas palabras: “pierda cuidado,
señor prefecto, no insisto más sobre el caso. Lo cubrirá con
orgullo la bandera de México; para nosotros será un privilegio;
para los republicanos, una esperanza, y para ustedes una dolorosa
lección..”
D. Manuel representa a
todos ellos, a los olvidados de los olvidados, porque ellos
existieron y existen en nuestra memoria. Me refiero a los muertos
republicanos a secas, militantes de Izquierda Republicana o de Unión
Republicana, alcaldes, concejales, diputados o ministros, a
jornaleros (que los hubo), comerciantes, trabajadores de toda índole:
radical-republicanos.
Podemos poner una larga
lista de nombres de radicales fusilados, presos o exiliados por la
dictadura franquista. Nuestra memoria está viva y en ella tendremos
siempre presente a los miles de compañeros y compañeras que la
engrosan.
Con esto queremos decir
que tenemos pasado y que lo vindicaremos siempre. A pesar de que
otros quieran apropiarse de las ideas y figura de D. Manuel Azaña;
no sólo la derecha más rancia del Partido Popular, de manera
vomitiva, se atreve a usar su memoria en su provecho, Aznar proclamó
que tenía "una profunda vocación azañista".
Desde el otro extremo,
desde la izquierda marxista, también reivindica su memoria e incluso
su ideología (cuando esto interesa), sin embargo a nosotros, los
radical-republicanos, nos siguen tildando, como antes, de “pequeños
burgueses”.
Vindicar desde la derecha
o desde la izquierda social-comunista, lo que representan las ideas
de Azaña es, como poco, soez y zafio. Nada, absolutamente nada,
tiene que ver el radicalismo de izquierdas con las propuestas
económicas, políticas y sociales de la derecha española y, por
descontado, con el marxismo, comunismo o socialismo.
Es por ello que
vindicamos con todas nuestras fuerzas: Verdad, Justicia, Reparación
para todos los olvidados y Verdad, Justicia, Reparación para los
olvidados de los olvidados.
Gran parte de la culpa de
lo expuesto es de nosotros mismos que no hemos sabido explicar a la
ciudadanía quiénes somos, o qué somos los radicales, o qué nos
diferencia de otros que también se denominan republicanos (y lo
son). Macrino Suárez, ministro de economía en el gobierno
republicano en el exilio, aclaró esa diferencia al definirnos como
republicanos sin apellidos
¿Pero quienes somos?
Esencialmente una gente que ante la pregunta "¿Monarquía o
República?, responde ¡República, República siempre! Me parece la
forma de gobierno más conforme con la evolución natural de los
pueblos. Y en muchos casos la más adecuada a la situación de un
país específicamente considerado, verbigracia, España"
(Clara Campoamor).
¿Qué queremos? Tenemos
como eje el bien común; entendemos que las libertades y derechos,
que se reconozcan a los ciudadanos no serán meramente formales, sino
reales, es decir, contarán con los medios necesarios para su
realización, proporcionados por la República, puesto que ese es su
fin propio y específico.
Estos son nuestros
pilares:
La Libertad:
Entendida esta como
no-dominación o exposición del individuo a la interferencia
arbitraria que suponga sometimiento de su dignidad y voluntad.
En este sentido, hacemos
valer la necesidad de recordar con Aristóteles que no hay individuos
libres sino entre iguales, de tal forma que en la práctica hay que
legislar la igualdad siguiendo la máxima de Rousseau: nadie debe ser
tan rico como para que otros dependan de él, ni nadie tan pobre como
para necesitar venderse a otros.
La Laicidad:
Los radical-republicanos
creemos en la virtud de la laicidad, que en realidad es la piedra
angular de la filosofía republicana. Los radical-republicanos hemos
defendido la neutralidad de las instituciones públicas, incluyendo
la escuela -en lo que respecta a las influencias sociales,
filosóficas o religiosas-, lo que permite a todos a seguir sus
propios pensamientos.
La Solidaridad:
La solidaridad ilumina
toda la acción de los radical-republicanos. De un hecho social,
hacemos una exigencia moral. Debe ser adquirida a través de la libre
asociación y no por la fuerza. Para fortalecer los lazos que existen
entre el individuo y la sociedad, la política debe estar guiada por
la solidaridad como una realidad intangible y necesaria.
El Humanismo:
El ser humano es la
medida, el propósito y la justificación de cualquier acción
pública. Su desarrollo, que da sentido al progreso y justifica el
esfuerzo de una organización social, debe guiar la acción pública.
La Tolerancia:
La expresión y acción
de los republicanos se definen por la razón y la tolerancia. En el
corazón de cualquier proyecto republicano se expande la idea de la
reconciliación.
El Universalismo:
Los Radical-republicanos
tenemos una concepción subjetiva de la nacionalidad, con base en la
voluntad libremente expresada de un futuro común y no en criterios
de idioma, religión u origen étnico o geográfico.
Por último, y por si
alguien o alguno nos sitúa a la derecha o en el centro político,
decir que el radicalismo fue, es y seguirá siendo lucha contra los
monopolios capitalistas, contra todas las formas de privilegio;
radicalismo es reforma agraria, educación popular, acción
antiimperialista y reforma universitaria; es defensa y promoción de
los derechos económicos de los trabajadores; es derecho de huelga y
organización sindical; es salario real y asistencia social;
radicalismo es justicia y libertad en todas sus expresiones...
Somos los herederos de
las ideas que hombres como Azaña representaron.
“La República
cobijará sin duda a todos los españoles; a todos les ofrecerá
justicia y libertad; pero no será una monarquía sin rey: tendrá
que ser una República republicana, pensada por los republicanos,
gobernada y dirigida según la voluntad de los republicanos.”
Manuel Azaña
Rafael Luna
Secretario General
Alternativa Republicana
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