Si queremos que nuestra voz, la voz de la República, no sólo se oiga,
sino que tenga repercusión entre los que nos escuchan o nos puedan
escuchar, debemos de considerar profundamente cuáles tienen que ser
nuestras prioridades.
Yo lo tengo claro, es más, creo que todos lo tenemos claro, pero
¿somos capaces de transmitirlas, o nos perdemos en los vericuetos de
discusiones anodinas, cuando no innecesarias?
Si nuestras discusiones se pierden en los vericuetos de la historia de lo que fue y jamás podrá volver porque es pasado.
Si sólo filosofamos sobre himnos, escudos, banderas, etc., no deja de
ser interesante, pero inútil, perderemos la atención del pueblo, el
mismo al que dirigimos nuestras mensajes, a ese pueblo, al que le
importa muy poco, por no decir nada todas esas discusiones de salón.
Decimos hasta la saciedad que no somos marxistas, somos
radical-republicanos, sin embargo, nos comportamos como ellos, tanto en
cuanto podemos parecer una “élite” llamada a dirigir a las masas.
Debemos cambiar la opinión, que en general, tienen de nosotros, es decir, la de ser una gente que viven en la añoranza del pasado, que queremos cambiar al monarca por un presidente y que nos dedicamos a excavar fosas. Todo eso es cierto, creemos que la legalidad republicana fue subvertida por un cruento golpe de estado, deseamos un presidente por jefe de Estado y queremos que nuestros muertos descansen en una sepultura digna. Pero, si nos quedáramos sólo ahí, seríamos merecedores de un ostracismo absoluto.
Al pueblo, del que somos parte integrante, le importa las ideas que
podemos aportar para salir de esta crisis que jamás provocamos y, sin
embargo, pagamos. Le importa que 1 de cada 4 pobres sea andaluz, ¡un
25%! Que 74 de cada cien jóvenes andaluces estén en el paro. Le importa que el transporte se haya encarecido en los dos últimos
años un 34%; que nuestros mayores no sólo pierden poder adquisitivo por
el recorte en las pensiones, sino que han vuelto a ser el sostén
económico de miles de familias porque somos ¡6 millones de parados!
Importa que a nuestros hijos no sólo no los podamos enviar a la
Universidad por la retirada de becas, sino que ni tan siquiera le
podamos pagar los libros de textos o lo más esencial, darles una
alimentación suficiente.
Nos importa que nuestros derechos laborales se han visto reducidos a
la mínima expresión, que nuestros salarios son cada vez más pequeños
mientras el de los ricos cada vez más grandes, ya sabéis, “ el
capitalismo es insaciable”.
Mientras hablamos de nuestras cosas, este país es, de los de la UE,
el de mayor coste en la factura de luz, el que ha experimentado la
mayor subida de la factura del agua, porque ha pasado de pública a
privada, o donde es más alta la tarifa de telefonía.
Un país donde un enfermos de cáncer, con un salario de 800€, tiene
que pagarse el transporte para sus sesiones de terapia y el copago de
sus medicamentos, alimentar a su familia, pagar la hipoteca o el
alquiler de su vivienda, la luz, el agua, etc.
Son a ellos a los que debemos de explicar que la Republica representa
la democracia y, como tal, es la única opción capaz de proporcionar a
la ciudadanía, la cultura, la honradez y la responsabilidad, palancas
incuestionables, para alcanzar la libertad, la igualdad y la fraternidad
entre todos los ciudadanos.
A estas personas, que nada le importa que el jefe del estado sea un
rey o un presidente, es a las que debemos dejar meridianamente claro que
la República que queremos jamás será una “monarquía sin rey”. Tenemos
que convencer, no sólo con nuestras ideas, sino, especialmente, con
nuestros actos; porque para los radicales el pueblo no es algo que se
mire, se valore y se proteja como exterioridad: el pueblo somos nosotros
mismos
Es por eso, que debemos estar presente con nuestros símbolos allí
donde haya una reivindicación de justicia social, o donde se produzca la
injusticia. Con ello me refiero a apoyar con nuestra presencia las
acciones distintas plataformas sociales, intentar evitar desahucios,
huelgas sectoriales, etc.
Nuestros órganos de expresión, webs, blogs, páginas de facebook,
etc., deben de estar abiertas a estos movimientos sociales. En una
palabra, debemos abrirnos a la sociedad porque somos parte integrante de
ella, si alguna vez nos olvidamos de esto estaremos acabados.
Sobre todo, estamos obligados a difundir que radicalismo es
democracia; fue, es y seguirá siendo lucha contra todas las formas de
privilegio, pero sobre todo es justicia y libertad en todas sus
expresiones
.
¡Viva la República!
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