En los últimos tiempos parece que los
periodistas estamos de enhorabuena. La crisis, con sus recortes y la
disminución de puestos de trabajo y de derechos, en especial en las
administraciones, ha tenido como consecuencia la proliferación de
gargantas profundas que está contribuyendo de manera destacada a que
vean la luz la mayoría de los casos de corrupción que ocupan cada día
las portadas de los medios. Son lo que se conoce en el argot como
fuentes “heridas”.
En el escándalo de los suntuosos gastos
de UGT endosados a las subvenciones públicas recibidas de la Junta de
Andalucía, la organización sindical no ha dudado en apuntar hacia uno de sus trabajadores.
Lo acusa de ser el responsable de la desaparición de centenares de
archivos informáticos con información delicada sobre la gestión del
sindicato, cosa que él niega de manera rotunda. Es seguro que no es el
único caso en el que ha sucedido algo parecido. Puede ser una estrategia
desesperada de la cúpula sindical. Ni siquiera se lo cree la cúpula nacional del sindicato. Pero también es probable que sea un fiel reflejo de una realidad latente.
Es sólo un ejemplo de lo que está
sucediendo en la trastienda de muchas administraciones, organismos y
empresas públicas que manejan a su antojo los fondos procedentes del
erario público. Buena parte de los escándalos en los que se ha visto
involucrada la Junta de Andalucía en los últimos tiempos es más que
probable que tengan su origen en la ira de un funcionario despechado.
Incluso han aparecido por ahí listas de correos para distribuir los
documentos y que obtengan la máxima difusión posible.
La información delicada no está en manos
de este tipo de personas por casualidad. Los jefes son jefes, pero rara
vez tan estúpidos. Cuando a alguien se le permite el acceso a este tipo
de información es porque se confía en su discreción, cuando no en su
complicidad. Y eso no es un proceso de un día, o de la inspiración del
superior de turno. Es un proceso meditado y prolongado en el tiempo,
donde los departamentos de recursos humanos juegan un papel crucial.
La mayoría de estas personas conocían
esa información escandalosa desde mucho antes. Sabían de su existencia y
callaban, quizás por connivencia, o porque todavía no les habían tocado
su estabilidad o la seguridad de su familia. Puede que incluso alguno
haya utilizado el conocimiento de esa información delicada en beneficio
propio. Ya saben, utilizar la complicidad del silencio para intentar
medrar o para conseguir un complemento antes inalcanzable. Suele ser
bastante habitual.
Sólo ahora, cuando han visto en peligro
inminente su estatus a causa de los recortes indiscriminados, se atreven
a sacarla a la luz pública. Sigue siendo una utilización de la
información privilegiada en función de sus intereses particulares. Nada
de servicio a la ciudadanía, ni de defensa de lo público, ni otra cosa
por el estilo. Puro egoísmo corporativista. Cuando antes han callado aún
sabiendo y ahora desvelan es porque es lo más adecuado a sus intereses
personales. Nada más. No busquen héroes donde antes ha anidado siempre
la cobardía.
Gregorio Verdugo
Fuente: sevillareport.com
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