viernes, 13 de diciembre de 2013

La Algaba derriba un cementerio sin comprobar si existe una fosa con 144 presos esclavos

El Ayuntamiento de La Algaba (Sevilla) ha comenzado a derribar el viejo cementerio, cuyo último enterramiento se produjo hace más de 15 años, para convertirlo en un parque urbano, el pulmón verde de la localidad. Hasta aquí todo normal. El problema es que, según denuncian colectivos memorialistas, debajo de ese cementerio hay una supuesta fosa común donde enterraron a 144 presos que murieron de hambre en el campo de trabajo esclavo Las Arenas, entre 1941 y 1942, según las investigaciones realizadas por María Victoria Fernández Luceño y José María García Márquez. Estos presos procedían de las ocho provincias andaluzas y de Badajoz, Albacete, Alicante, Barcelona, Ciudad Real, Las Palmas, Palencia, Pontevedra, Toledo, Zaragoza y Portugal.

“Confiamos aún en que se produzca una intervención previa de localización y posterior protección de esos restos que debería terminar con la exhumación antes de que se construya ese parque”, ha denunciado el coordinador del Grupo de Trabajo de Memoria Histórica de CGT-A, Cecilio Gordillo, que afirma que ya se lo pidieron al alcalde, el socialista Diego Agüera, en una reunión.

El Ayuntamiento, sin embargo, considera que esas personas no fueron fusiladas, y, por tanto, no iniciarán su búsqueda, según confirmó ayer el consistorio a Andalucesdiario.es a través de su gabinete de prensa: “Eran mendigos, indigentes”, explicaron.

“Esa gente fue algo peor que fusilada, murió de hambre.Fue esca ndalosa la mortalidad que se dio en el Campo de Las Arenas, mucho más que en la Prisión Provincial en proporción a los reclusos que había. Todos ellos en el ‘año del hambre’ (1941-1942) y eran indigentes, sí, pero presos, sin posibilidad de salir del campo. Fue un crimen monstruoso el que se cometió con estas personas“, explica el historiador José María García Márquez, autor de Las víctimas de la represión militar en la provincia de Sevilla, 1936-1963 (Aconcagua Libros, 2012).

“Con estas actuaciones en los cementerios, como ocurrió en Órgiva (Granada), se está mirando también para otro lado, enterrando la historia”, concluye Gordillo. El viejo edificio donde fue instalado el campo, creado por el Ayuntamiento de Sevilla, aún permanece en ruinas en un polígono del pueblo, pero no hay nada, ninguna señal que indique el horror que allí se vivió.

Olivia Carballar 

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