Han
transcurrido 141 años desde que se proclamó en 1873 por vez primera
la República en España. Esta experiencia tan sólo duró once
meses; la percepción que de ese periodo nos han trasladado los
medios dominantes sobre esta etapa de nuestra historia es que fue un
rotundo fracaso en medio de un estado caótico en permanente
desgobierno.
Esta
imagen ni es justa ni responde del todo a la verdad. La I Republica
nació en un momento convulso de la historia de España y se vio
inmersa en tres guerras simultáneas a las que tuvo hacer frente: el
conflicto colonial en Cuba, un nuevo alzamiento carlista y las
revueltas cantonales. Todo ello marcó su existencia, al estar
la gobernabilidad del país en una inestabilidad casi permanente.
A
pesar de las adversidades, con la proclamación de la República se
pusieron en práctica medidas como la transformación de la propiedad
agraria, la reducción de la jornada laboral, aumentos salariales,
higiene en el trabajo, enseñanza obligatoria o prohibición del
trabajo infantil y jurados mixtos.
Los
resultados fueron un clima de apertura intelectual, desarrollo de la
prensa, la proliferación de actos culturales, la libertad religiosa,
la aspiración a una sociedad más justa, el interés por la
educación popular tan abandonada.
Todo
esto permitió el desarrollo del republicanismo
español,
como fuerza política y social. Se produjo un importante desarrollo
del movimiento
obrero
debido a la libertad de asociación y a la instalación de la
Asociación
Internacional de Trabajadores.
Pero
como casi siempre sucede en este país cuando se impulsan avances
sociales, las fuerzas del viejo régimen, aquellas que siguen
estancadas en el inmovilismo, las que entienden que la patria empieza
y acaba en sus intereses privados y exclusivos, acabaron con un
régimen incipiente que traía aire fresco y renovador.
Al
igual que los republicanos de entonces, nosotros, los republicanos de
Alternativa Republicana seguimos reivindicando, en pleno siglo XXI,
141 años después, un estado laico, una enseñanza pública de
calidad, una sanidad universal, y la defensa y extensión de los
derechos sociales, laborales y sindicales arrebatados por el
neoliberalismo con la eficaz colaboración de los gobiernos de la
monarquía postfranquista.
Reclamamos
también un verdadero estado de derecho en el que las libertades
públicas puedan ser ejercidas sin cortapisas ni represiones
policiales violentas cuando desde la ciudadanía se protesta
legítimamente frente a decisiones gubernamentales.
Un
Gobierno de la Republica habrá de rendir cuenta de su gestión a los
ciudadanos de una forma clara y transparente, porque de ellos recibe
su legitimidad en una verdadera democracia.
Desgraciadamente,
recordar la I República no constituye hoy solamente un ejercicio de
nostalgia histórica puesto que muchos anhelos de los republicanos en
1873 tienen hoy plena vigencia. En 2014, desde Alternativa
Republicana también rechazamos ser súbditos porque somos
ciudadanos.
¡Viva la República!
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