Hablar
de izquierda o derecha en pleno siglo XXI puede ser algo arcaico, ya
que se trata de términos con un origen decimonónico. Estamos
viviendo en Europa cientos, miles de movilizaciones que no responden
a llamamiento alguno de un signo político inidentificable, es decir,
no son ni de izquierdas ni de derechas, al menos en la forma en que
son tradicionalmente entendidas. Son simplemente ciudadanos
indignados y frustrados que ven como sus derechos son cercenados por
sus respectivos gobiernos.
Las
viejas fórmulas no son creíbles ni suficientes, ya no funcionan.
Por un lado, y a pesar de sus victorias electorales en Alemania o
España, cada vez son menos los que se identifican con las corrientes
de “derecha”, más o menos neoliberales, culpables, con
mayúsculas, no sólo de la situación en la que estamos sumidos,
sino de un periodo clarísimo de involución democrática..
El
llamado centro político, ese que es reivindicado por partidos
personalistas del tipo UPyD, que dice estar en el fiel de la balanza;
sencillamente NO existe, es la gran falacia de la política, el lobo
con piel de cordero.
Por
último, la izquierda comunista, que ya sufría cierto rechazo
social, sigue camuflando siglas e ideas bajo coaliciones y marcas
blancas, sabedores de que si alguna idea sigue estancada en el pasado
es la suya.
Todos
se han visto sobrepasado por el pueblo soberano que ha salido a la
calle a exigir sus derechos: sanidad pública y universal, escuela
pública, becas, cultura, investigación, dependientes, pensiones,
transportes, justicia gratuita, aborto libre, empleo entre otras
reivindicaciones.
Todas
estas luchas, todos estos movimientos, no tienen el clásico matiz
ideológico. Como ejemplo, las mareas blancas contra la privatización
de la sanidad madrileña, en donde podíamos ver juntos, a auxiliares
y médicos especialistas de renombre, en las manifestaciones y las
asambleas exigiendo la retirada del siniestro proyecto privatizador.
Las
viejas democracias parlamentarias tienen sus días contados, el
pueblo, verdadero soberano de un país, quiere tener más
participación en su gobernanza, exige más control sobre sus
representantes, ya no se conforma con ser un mero espectador que sólo
interviene una vez cada cierto periodo de tiempo.
Ante
esta situación, los radical republicanos debemos evolucionar y dejar
los viejos discursos sin olvidar jamás el pasado; entendiendo que es
mucho más importante defender o vindicar los derechos de los
ciudadanos, que autodefinirnos con el marchamo de “izquierdas” en
el sentido estricto.
Si
hubiese que elegir entre izquierda o derecha debemos elegir DERECHO,
es decir, debemos ser un partido de derechos que por encima de todo
defiende la función pública del Estado sobre lo privado, sin que
deban anularse los derechos de los particulares.
Tenemos
que ser capaces de transmitir que el radicalismo republicano es, por
encima de todo, JUSTICIA SOCIAL, es la defensa a ultranza de la
LIBERTAD, la firme creencia en la IGUALDAD entre la ciudadanía y,
por consiguiente, en la SOLIDARIDAD entre estado y ciudadanos.
Radicalismo
republicano es futuro y esperanza; es modernidad y emprendimiento; es
impulso de la educación y la cultura como instrumentos fundamentales
para hacer una sociedad más crítica, más libre y más
participativa; es redistribución de la riqueza, universalización de
los derechos sociales y ciudadanos y que la atención de las
necesidades básicas de los ciudadanos sea un derecho básico e
inalienable.
Radicalismo
republicano es la lucha por un país más democrático que cuente con
la participación de toda la sociedad en la toma de decisiones en
condiciones de plena libertad, lo que supone la ausencia de
dominación.
Más
allá de la izquierda, esto es radicalismo republicano
Estoy en total desacuerdo....inestrillas esta también apostando por ideas de este tipo neo-falangistas.
ResponderEliminarPor favor, David, lee bien, estás diciendo que lo expuesto es fascismo? Insisto, relee el artículo
EliminarParece que ya tenemos al comisario político que que ofende a los compañero de partido insinuando que son fascistas, mientras aplaude a un militar venezolano que dió un golpe de estado. Creo que hubo un militar gallego que dio un golpe de estado en España, asi que tendré que pensar que es franquista este comisario político.
EliminarRadical Republicano, nada más, completamente de acuerdo. Un abrazo enorme compañeros!!
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